En ciencia de materiales, se define el punto de fluencia, como el límite elástico, ese punto (esfuerzo) a partir del cual, sin aumento de la carga, el material alcanza deformaciones permanentes.
En las transformaciones culturales en las organizaciones, tal como se presenta en el libro «De la Revolución Industrial a la Evolución Empresarial, existe un punto a partir del cual. se alcanza una irreversible evolución de la cultura.
Los esfuerzos tradicionales de compartir valores, desarrollar el liderazgo, definir un propósito «compartido», buscar el bienestar y la felicidad de los trabajadores, todos ellos, siguen estando dentro del «límite elástico» del proceso. Es decir se observarán mejoras en el clima, pero eventualmente la cultura seguirá manteniendo sus elementos fundamentales de toxicidad. Puede ocurrir al cambiar el liderazgo o al finalizar los apoyos externos que nos demos cuenta que los avances son menores a lo esperado.
Sin una revisión de la estructura que da forma a la entidad, la que queda definida por políticas, procesos, sistemas y estructuras, no solo podemos regresar al punto de partida luego de finalizados los programas, sino que incluso en algunos casos pudiera agravarse la toxicidad por la pérdida de fe en las iniciativas y/o sus lideres.
Esta revisión y alineación de la estructura, que busca la congruencia del sistema todo, amerita un nivel de pensamiento distinto, dar forma a nuevos paradigmas del modelo de negocio y la naturaleza de la persona jurídica. A partir de este cambio de paradigmas se entra en la zona plástica, donde las deformaciones son ya permanentes, es decir, el punto a partir del cual la cultura evoluciona de manera consciente y definitiva superando fases.
El modelo de gestión ha sido diseñando desde el nivel de pensamiento prevaleciente hace muchas décadas, con foco en el egocentrismo, motivo por el cual, sin abandonar la esencia de dicho modelo, sin desincorporar los paradigmas de la administración científica, seguiremos dentro de la curva «elástica» en nuestra cultura.
Hace falta mucho valor y coraje para desafiar el orden establecido, salir de la zona de confort, abandonar el pensamiento conocido, aventurarse a despertar a una nueva razón de ser, y expandirnos del egocentrismo al humanismo, a fin de dar forma a estructuras, estilos de liderazgo, relación y creación de riqueza más abarcadoras y profundas.
La recompensa es enorme. No solo económica, sino también de significado. Es el camino para integrar en un solo ser lo que hacemos y lo que somos, estrategia y cultura, para dar forma a un ser corporativo mas evolucionado, viable y trascendente.