Es cada vez más común escuchar a los ejecutivos y consultores resaltar y reforzar la importancia de que las personas se sientan bien en las organizaciones, de ir más allá de la salud y seguridad, incluso se habla ya hoy de poner el acento en la felicidad que debe sentir quienes trabajan en las organizaciones.
También va reconociéndose que el camino para cualquier logro organizacional pasa por el bienestar de las personas. Lo que llama la atención es la dificultad para los ejecutivos y consultores, de dar el salto cuántico para comprender que para ello, las organizaciones tienen que repensarse desde su misma genética corporativa.
Que estos deseos para llevarse a la práctica ameritan de un cambio de orden del sistema, algo realmente profundo y que trastoca el estilo predominante de gerencia.
Se sigue pensando que la gente debe adaptarse a la tecnología, que queremos que se adecúen también a una cultura ágil e innovadora, cuando tenemos estructuras jerárquicas y burocráticas y nuestro estilo de liderazgo no tolera los errores.
¿Cómo lograr que las personas se rían en la empresa si la misma no logra sacar una sonrisa en la sociedad?
¿Cómo pensar que la gente sea feliz, si en nuestra organización operamos bajo el modelo de administración científica, pensando en el interés propio y en un modelo de gestión diseñando para dar respuesta a presiones de mercados y accionistas, y si, además seguimos viendo (y tratando) a la gente como recursos?
De la misma forma que a titulo personal no puedo dar lo que no tengo, y no debo pedir lo que no doy, en el mundo corporativo que ve recursos y que entiende aún que la gente debe seguir órdenes, no se logra captar fácilmente la disfuncionalidad de esto.
El proceso de integrar estrategia y cultura organizacional desde una perspectiva de sistemas humanos, basada en el desarrollo de la consciencia de la persona física y más importante aún de la persona jurídica, es el camino a transitar para lograr la congruencia del sistema. El legado de la revolución industrial nos aleja del discurso que hoy abrazan gran cantidad de ejecutivos, gremios y consultores, haciendo mayor la brecha entre lo que se dice y lo que se hace, dificultando alcanzar los resultados previstos o debilitando el potencial de mantenerlos.
Cuanto más hablemos de felicidad organizacional en el modelo actual de gestión, mayor será la disfuncionalidad del sistema. Si lo que digo como ejecutivo no está en consonancia con mi estilo de liderazgo y si la estructura del sistema ha sido diseñada desde los modelos mentales heredados y aún vigentes de la administración científica, estamos disociando el sistema y neurotizando a las personas.
Este proceso invita a dejar de trabajar como consultores empresariales y comenzar a ser agentes de cambio social.
Trabajar sobre estos temas, buscando el despertar del ser corporativo a través del despertar individual de sus ejecutivos, movernos en la búsqueda de la congruencia del sistema y la creación de valor económico y social, en resumen, integrar estrategia y cultura desde nuevos paradigmas, es lo que hoy me honra con la oportunidad de trabajar (y disfrutar) en Curacao.
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