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En el aire y desde el aire

Que hermoso es nuestro planeta. Y para quienes en el estamos, dificulto que exista una vista mas impresionante del mismo que desde el aire.

A 35.000 pies volando rumbo este, surco la ruta Miami-Santo Domingo es un avión que fuera de Eastern Airlines.

Quien me regala esta experiencia es toda una princesa: un B767-200, que debe tener alrededor de treinta años de existencia y por el orden, calculo, de las 60 mil horas de vuelo. Una dama que habrá recorrido llena de orgullo y altivez por su hermosa presencia, tal vez 80 millones de kilómetros y transportado en su ser algo mas de un millón de pasajeros.

La visualizo despegando altiva hacia nuevos destinos, no menos de 10.000 veces, sintiendo la fuerza de dos poderosos motores que desarrollan cerca de 30 toneladas de empuje, para acelerar su paso por las pistas e ir soportando sobre las fibras de sus alas la fuerza que la eleva con un componente vertical del orden de 200 toneladas, para luego equilibrar su peso con dicha fuerza y surcar elegantemente en vuelo de crucero, centenas de miles de kilómetros, mientras sostiene en su estructura una enorme fuerza que busca expandir su cuerpo en forma de cabina.

Y diez mil veces también, aproximar la pista sobre la cual posarse llena de gracia luego de bendecir a través de sus servicios los millones de historias de encuentros que hizo posible, de negocios que fueron cerrados, de lugares que fueron descubiertos y de vidas que se transformaron.

Ese matrimonio eterno entre la ingeniería que hace posible esta maravilla que es más que un medio de transporte, y las experiencias de vida y relaciones que facilitó y en muchos casos hizo posible.

Cierro los ojos y me dejo llevar por el palpitar de las vidas que esta princesa alimentó, las sensaciones de las técnicos y tripulaciones que la cuidaron y guiaron, los pasajeros que ella transportó, la luz en la cara de los niños que volaron por primera vez, las parejas que en ella se conocieron, las relaciones que generó y sobre todo, los cambios de vida que seguro iluminó, al regalar esta posibilidad de observar y honrar nuestro planeta y la existencia desde las alturas.

Volar, ese precioso proceso que me acerca a la paz y plenitud y del cual no desearía jamás prescindir…….

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