En carrera, atropellados, pensamientos y emociones se entrecruzan en esta fecha. Más por el difícil pero prometedor futuro que por el glorioso pasado que conmemora.
Un ciudadano venezolano que ha sobrevivido como ha podido a un empobrecimiento exponencial, que a quien tenia patrimonio se lo confisco con la inflación, a quien tenia empleo se lo erosiono el mismo fenómeno y que ha condenado a la hambruna a quien no tiene ingreso formal, haciéndolos dependientes del programa de turno del régimen buscando reinar sobre la miseria y poder, a fin de generar el necesario miedo en la sociedad que paraliza toda intención de protesta e incluso de prosperar. Una sociedad que ha perdido en peso físico se estima mas de 100 millones de kilos por la hambruna y unos niños que en porcentajes alarmantes presentan cuadros severos de desnutrición.
En este proceso, se estima que más de tres millones de venezolanos han emigrado buscando dar respuesta a sus necesidades más básicas de alimentación y acceso a medicinas, muchos de ellos dejando casas vacías, para ir a vivir en cualquier habitación en un país y ciudad desconocidos para la mayoría rompiendo raíces históricas de cultura y familia.
Muchos otros millones, esa mayoría silenciosa que hoy está diciendo basta, está en la calle de nuestra Venezuela, con la intención de alzar la voz y el grito para lograr el cese de la tiranía y el retorno de la libertad.
No permitamos la existencia de canales de comunicación que no comunican, Fuerzas Armadas que atacan a su pueblo, politicos que privilegian sus intereses y empresarios que siguen viendo solo consumidores, ajenos a la tragedia que vive todo venezolano.
Comencemos nosotros con la más importante de las transformaciones, la de nosotros mismos. Ese primer paso, de enorme valor no solo para salir de esta tiranía sino también para sentar las bases de un futuro distinto al presente que nos oprime y al pasado insuficiente cuyas aguas generaron estos lodos.
Compremos productos solo de las empresas que valoran nuestra libertad y no de las que solo se preocupan de nuestro dinero, no veamos los canales que hicieron la vista gorda a nuestra lucha, no apoyemos a los politicos que nos vieron como mercancía de cambio para sus ambiciones y sobre todo, actuemos con amor hacia nuestros hermanos.
Privilegiemos el orden, el respeto, cumplamos las normas de convivencia y dejemos de lado el «vivo criollo» para que nazca el «venezolano despierto» ese ser que desde la nobleza que define el gentilicio haga un Pais de referencia para un modelo de desarrollo distinto, mas abarcador y humano.